Carlos Vaz Ferreira

biografía

 


Carlos  Vaz Ferreira Nació en Montevideo el 15 de octubre de 1872. Fueron sus padres Manuel Vaz Ferreira (1833-1894), oriundo de Valença do Minho (Portugal), y Belén Ribeiro Freire (1846-1925), uruguaya de ascendencia española y portuguesa. Cursó estudios primarios en la casa de sus padres bajo la dirección de distintos maestros.

Ingresó a la Universidad de Montevideo 1  en 1888 y, luego de realizar con brillo sus estudios secundarios, se graduó de abogado en la Facultad de Derecho en 1903. En 1897 ganó por concurso la cátedra de Filosofía en la Universidad, a los veinticinco años de edad, revelándose ya como un agudo expositor filosófico y definiendo, además, el perfil de su original personalidad especulativa.

La cátedra fue, desde entonces, su modo normal de expresión. El profesor prevaleció sobre toda otra forma de manifestarse su espíritu creador. La mayor parte de sus libros, antes que escritos, fueron expuestos en la cátedra.

Su estilo fue imantado por esta manera de expresar su pensamiento. Unamuno lo percibió cuando el filósofo uruguayo iniciaba su obra de pensador. Sus libros, dijo, parecen, más que escritos, hablados; y, a través del libro, se oye la voz del profesor. He ahí el encanto de su estilo, de apariencia descuidada.

Vaz Ferreira se consagró a la tarea docente con acendrada dedicación. Sacrificó a su anhelo de enseñar – en el hondo sentido - toda otra preocupación. Es bien elocuente, a este respecto, la lista de los cargos que desempeñó:

  • Profesor de Filosofía en la Sección Preparatorios de la Universidad de la Montevideo. (1897 – 1922).
  • Miembro del Consejo Directivo de Instrucción Primaria. (1900 – 1915).
  • Decano de Preparatorios de la Universidad de Montevideo. (1904 – 1906).
  • Maestro de Conferencias en la Universidad de Montevideo. (1913 – 1957).
  • Profesor de Filosofía del Derecho en la Facultad respectiva de la Universidad de Montevideo, (1924 – 1929).
  • Rector de la Universidad de Montevideo, por tres periodos (1929-1930, 1935-1938 y 1938-
    1943).
  • Director de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Montevideo (1946 –
    1949).
  • Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Montevideo por dos
    períodos consecutivos. (1952-1955 y 1955-1957).

Esta excepcional dedicación a la enseñanza pública, ejercida sin pausas y, simultáneamente, desde la cátedra y desde la dirección de los organismos docentes, ha deparado a su obra singular influencia en la formación intelectual y moral de la juventud, y en diversos e importantes aspectos de la evolución del país.

El gobierno nacional, por dos veces, le rindió el homenaje al designarle por Ley para ocupar un alto cargo docente: en 1913 una ley especial creó la Cátedra Libre de Conferencias, designándolo para regentarla por tiempo indeterminado y sin limitación alguna de orden estatutario; posteriormente, en 1946, al plasmar en ley el proyecto de Vaz Ferreira de la creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias, la ley que creó el nuevo Instituto le designó su primer Director por el termino de cuatro años.

Hasta los 85 años de edad ejerció, con el mismo celo de toda su vida, la Cátedra Libre de Conferencias y el Decanato de la Facultad de Humanidades y Ciencias.

Su obra es vasta y múltiple, lo cual se corresponde con su universal personalidad de pensador: filósofo, psicólogo, sociólogo, crítico de arte y enamorado de la música, fue uno de sus más finos, profundos y lúcidos sentidores.

Cuando Vaz Ferreira llega a la cátedra de Filosofía, en 1897, el Uruguay se halla embanderado, a través de sus más calificados órganos de expresión, en el positivismo filosófico. Vaz Ferreira, más que una filosofía nueva, introdujo en la enseñanza una postura independiente y abierta, fuertemente criticista y especulativa, condenatoria de todos os dogmatismos de escuela. Esta actitud, mental y moral, presidirá luego, sin fisuras, toda la producción vazferreirana.

Nada hay más opuesto al pensamiento filosófico de Vaz Ferreira que el espíritu sistemático de dogma o escuela. En vano se rastrearía en su vastísima producción –sea ella de filosofía pura o metafísica, de ética o estética, de filosofía de la religión o de filosofía jurídica y social o de pedagogía- la más leve claudicación de su actitud mental para abordar, esclarecer y, en su caso, resolver ninguna cuestión.

Su bibliografía es muy amplia. He aquí la lista de sus principales obras:

  • Curso de Psicología elemental. (1897).
  • Ideas y observaciones. (1905).
  • Los problemas de libertad. (1907).
  • Conocimiento y acción. En los márgenes de la “Experiencia religiosa” de W. James.
  • Sobre el carácter. Un paralogismo de actualidad. Psicogramas. Un libro futuro. Reacciones. Ciencia y Metafísica. (1908).
  • Moral para intelectuales. (1909).
  • Lógica Viva. (1910).
  • Lecciones sobre pedagogía y cuestiones de enseñanza. (1918).
  • Sobre la propiedad de la tierra. (1918).
  • Sobre la percepción métrica. (1920).
  • Sobre los problemas sociales. (1922).
  • Sobre feminismo. (1933).
  • ¿Cuál es el signo moral de la inquietud humana?. (1936).
  • Fermentario. (1938).
  • Trascendentalizaciones matemáticas ilegitimas y falacias correlacionadas. (1940).
  • La actual crisis del mundo desde el punto de vista racional. (1940).
  • Algunas conferencias sobre temas científicos, artísticos y sociales (1ª serie). (1956).
  • Los problemas de libertad y los del determinismo. (1957).

Como filósofo logró un estilo propio, original, de peculiar vigor expresivo. Se ha dicho de él que en el orden “de la comunicación abstracta de ideas no hay ejemplo en nuestro idioma de un estilo más diferenciado y característico dentro de la expresión filosófica”.

Otra peculiaridad de su producción filosófica es su fuerte impregnación científica. La ciencia pura ha tenido en Vaz Ferreira a uno de sus calificados intérpretes y a un eximio y sagaz rectificador de las trascendentalizaciones ilegítimas de los hombres de ciencia.

En el plano de la aportación de la filosofía a los problemas estéticos, realizó estudios de la mas alta calidad, tanto por la profundidad de sus planteos como por el don de claridad, en cuyo mérito, las más abstrusas cuestiones se trasparenta en un léxico diáfano de singular expresividad.

Vaz Ferreira, ocioso es decirlo, es un humanista auténtico. La sentencia de Terencio parece escrita para definirle: “Homo sum; humanum nihil a me alienum puto”. (Soy hombre; y nada de cuanto es humano me es extraño). Demostró siempre preocupación por lo concreto, por lo inmediato, arista singular en un espíritu esencialmente especulativo, que ha colocado en el más alto plano la relevancia y la eficacia de los estudios desinteresados.

Este perfil de su personalidad ha sido abonado por numerosos ejemplos, de hecho, a lo largo de su dilatada vida. Como hombre práctico luchó más de treinta años por la implantación en su país de la Facultad de Humanidades y Ciencias. Un día su entrañable iniciativa se trasforma en ley. Llamado a presidir los destinos de la nueva institución, el filósofo socrático que hay en él, fue el fervoroso defensor del saber desinteresado. Definió la orientación del nuevo centro de estudios del siguiente modo: “Un claustro de ejercicios espirituales donde se estudie por el mismo, por el placer y la superioridad del estudio, de la cultura y del trabajo espiritual desinteresado”.

El filósofo, a través del profesor, fue un educador de excepción. Su obra en esta materia no tiene parangón. Abarcó todas las ramas de la enseñanza: primaria, secundaria y superior. Su Cátedra Libre de Conferencias fue insuperable órgano de cultura superior. La diversidad de los temas examinados en ella y la calidad de los estudios realizados le confieren una jerarquía difícil de igualar. Los más herméticos problemas metafísicos y estéticos, así como las teorías científicas surgidas a la luz de los más recientes descubrimientos, ocuparon la atención del ilustre profesor. También, todas las manifestaciones de la creación artística, especialmente la psicología de la creación y de la crítica, así como importantes problemas de filosofía jurídica y del ordenamiento económico y social de la comunidad. Todo ello, con ejemplar probidad intelectual y austero rigor científico.

Debe destacarse, además, el lugar prominente que corresponde a los problemas morales en la vida y en la obra vazferreirana. Desprovisto de convicciones religiosas, colocó en la cumbre de la jerarquía axiológica a los valores éticos, sin sacrificar a ninguno. En lo moral, fue el apóstol del hombre integral que, en un esfuerzo poco pensable, lleva de frente todos los ideales con los consiguientes conflictos éticos, con angustia y remordimiento: “Cristos oscuros, sin corona ni sacrificios...”.

El sabio, dijo, no retrocede ante ninguna cuestión. Y en el orden moral: “...la conducta sincera por parte de los hombres de pensamiento, es la condición más indispensable del mejoramiento intelectual y moral”. En su caso, así como el educador es inseparable del filósofo,  el hombre lo es del filósofo y del educador.

Su vida apostolizó su ética. En este sentido se puede decir, sin distorsión del lenguaje, que Vaz Ferreira fue el primero y el mejor de sus discípulos. El itinerario de su vida pública y privada reproduce, sin una deflexión, las más exigentes puntualizaciones éticas del filósofo.

A partir de 1950, empezó, en su cátedra, un trabajo de revisión, depuración, selección y síntesis de sus obras. Paralelamente, surgieron en las esferas de gobierno movimientos tendientes a la publicación de sus libros. Frustradas estas iniciativas, Vaz Ferreira continuó su tarea, que cristalizó parcialmente con la publicación de varias obras, en la Biblioteca Filosófica de la Editorial Losada, de Buenos Aires. Por su parte, el Gobierno Argentino, luego de recabar y obtener el consentimiento del autor, publicó una nueva edición del libro “Moral para Intelectuales”. Con anterioridad la Biblioteca  Artigas (Colección de Clásicos Uruguayos) había reimpreso algunos títulos.

En 1957 la Cámara de Representantes del Uruguay dio cima al intento de editar las obras editas e inéditas del ilustre filósofo. La iniciativa fue tomada por un grupo de Diputados de distintos sectores políticos: Jorge L. Vila, Washington Beltrán, Arturo J. Dubra, Venancio Flores, Zelmar Michelini, Carlos Migues Barón, Francisco Rodríguez Camusso, Adolfo Tejera y José E. Urrutia Serrato, en cuyos fundamentos se expresa “que el más grande y justo homenaje que se puede realizarse a un hombre de la jerarquía intelectual de Vaz Ferreira, es la publicación de su obra”.

En 1963 la Cámara de Representantes reeditó la edición a la que se le agregó 6 tomos de material inédito.

Carlos Vaz Ferreira falleció en la ciudad de Montevideo, el 3 de enero de 1958.

 

Fuente: Biografía redactada por Sara Vaz Ferreira de Echevarría en 1957


1 Universidad de Montevideo es el nombre anterior de la actual Universidad de la República


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